Sobre mí

Me llamo Laura, nací el 29 de octubre de 1984 en Málaga. Aquí he crecido y aquí vivo. Un lugar maravilloso, con todas las comodidades de una gran ciudad, pero con la cercanía de todo ello al alcance de la mano sin necesidad de recorrer largas distancias y sin grandes aglomeraciones (Bueno, menos en Semana Santa y verano, que es la muerte pelona la cantidad de visitantes que tenemos, pero lo agradezco porque en esta zona el turismo es tremendamente importante para nuestra economía). Me crié en la zona de Carlos Haya con mis padres y mi hermana pequeña, y fui a un colegio de la misma zona. Cuando llegó el momento de elegir carrera para ir a la Universidad,  me decanté por estudiar Derecho.

Soy abogada en ejercicio, y desempeño esta actividad en todo el territorio nacional, aunque evidentemente el grueso de mi actividad se centra en Málaga y alrededores. Me considero una buena profesional y aspiro a ser aun mejor. Soy muy concienzuda y perfeccionista en mi trabajo. Me considero una persona con unos valores sólidos y con mucho carácter que además trato de reprimir (me refiero al carácter) cuando veo tropelías jurídicas y no jurídicas. El problema es que eso que dicen de «la cara es el espejo del alma«, oye, que en mi caso, es que se me nota todo en la cara (el esfuerzo es mucho menor cuando es por trabajo claro jeje). Y eso me lleva a veces a estresarme.

Y pensarás ¿y eso qué tiene que ver con la cocina? Pues muy sencillo: la cocina es mi vía de escape. Hay compañeros que tocan el piano, el violín, salen a correr, hacen punto de cruz, practican boxeo, y se descongestionan o se evaden así, yo lo hago cocinando. De hecho alguna vez cuando ha llegado mi novio a casa, ha entrado en la cocina y la ha visto llena de comida me ha dicho «guapi, ¡un día de mierda no?«. Y sí, cuando necesito despejarme, me meto en la cocina. Es el único momento en el que no tengo el run run de algo que me preocupa o un asunto que no sé cómo resolver. Y la mayoría de esas veces, cuando he conseguido evadirme, se me vienen las respuestas solas a la cabeza y doy con la tecla de aquello que me hizo agobiarme.

Desde pequeña, me iba con mi madre a la cocina a ver cómo hacia ella de comer. Me gustaba mirar, y por supuesto probar lo que estaba haciendo. Ella me inculcó el cariño por la buena cocina y el saber apreciar una buena comida. Con los años, empecé a cocinar yo bajo la supervisión de mi madre. Lo primero que me dejó hacer (después de ayudarla muchas veces) fué un clásico bizcocho de yogur. ¡Qué bueno estaba! Pero el de mi madre me gustaba más, así que me planteé como objetivo que mi comida supiese igual que la suya. He de decir que en unos platos lo he conseguido y en otros no. Y en otros, he conseguido mi propio sabor y que ya no quiero hacerlo de otra manera jijijiji

Respecto a mis gustos en cocina, no me gustan los platos excesivamente especiados porque al final, queman el paladar y si no se equilibran perfectamente me dejan hasta mal sabor de boca. He visto platos geniales destrozados por un exceso de especias. Me gusta la comida tradicional, la de toda la vida, y también me gusta probar cosas nuevas, aunque me decanto por la comida mediterránea en general. Me reconozco abiertamente amante de una buena carne y un buen pescado, pero sé apreciar el valor de las verduras y hortalizas y la necesidad de mantener una dieta equilibrada (Aunque yo por más que lo intento, ¡no ceso en mi rechonchez!). Me encanta la fruta de ir y venir (Esa que está puesta en la nevera o encima del poyete y que si coges una pieza o dos cada vez que vas a la cocina no se nota jijiji, véase las cerezas y picotas, las fresas, las moras, los arándanos, nísperos o ciruelas), me encanta la sandía y el melón, los melocotones y los plátanos. Estos, los plátanos, me parecen una de las frutas más glotonas que existen, y si encima te los puedes comer con unos piquitos o con la corteza del pan, ¡¡oh my god!! ¡eso es bru-tal!.

Me encanta la repostería, si te centras bien y le prestas dedicación y tiempo puedes hacer en tu pequeña cocina cosas alucinantes.

La idea de hacer este blog nació a razíz del confinamiento del COVID-19. Fue mucho tiempo el que estuvo absolutamente paralizada la justicia (eso no salió en los medios), mucho tiempo en el que no podía ni siquiera mandar escritos al juzgado en relación a todos los procedimientos que llevo  porque por normativa se había prohibido y, por tanto, me tenia que entretener en algo. Empezó por un inocente «Laura, este plato tiene una pinta tremenda, ¿por qué no lo subes a instagram?» Luego empecé a tener algunos seguidores y empezaron a pedirme las recetas, por lo que empecé a incorporarlas en cada foto. Pero claro, instagram tiene un número finito de caracteres y no podía explicar bien las recetas, así que empecé con la imprescindible ayuda de mi paciente, amado, santo y maravilloso novio (que tiene el cielo ganado y parte del infierno conmigo jijijiji) a escribir este blog. Gracias mi vida!! De esta forma podía explayarme a mis anchas explicando cosas que en instagram no podia por faltarme espacio. 

Por último, admito toda clase de críticas siempre que sean desde el respeto y con educación. Si piensas que algo puede mejorar, dímelo y estaré encantada de hablarlo contigo. Me considero una persona muy extrovertida, me gusta debatir (iba a poner «discutir», pero la gente tiende a asustarse porque parece que me voy a sacar una katana del bolso o algo parecido… así que yo debato, no discuto jajajaja). Como irás viendo tengo un humor un tanto sarcástico pero tranqui, que se me coge cariño y todo jejejej.

Bueno, si has legado hasta aquí, es que eres realmente curios@, así que espero que te gusten mis recetas y si no, haz una variante y cuéntamelo! Si quieres o necesitas contactar conmigo, puedes hacerlo mandandome un mail a admin@recetasdejusticia.com. Un abrazo!