El Roscón de Reyes es probablemente lo que más me gusta de la Navidad. Reconozco que me paso el año esperando a que llegue esta época para poder ponerme tibia de roscón. En casa de mis padres solían comprar dos y veían su fin en la mañana de reyes (es que empezábamos a comérnoslos el día de la cabalgata). A mi me da igual que me toque el haba o el regalito, con tal de comérmelo era feliz.
Cuando faltó mi padre, mi madre compró sólo uno y ya no era lo mismo. No por el roscón, sino porque mi padre ya no estaba. Yo siempre le quitaba la fruta escarchada porque a él le encantaba, así que, como se ponía en la mesa del salón porque era muy grande, cuando iba a coger un trocito, él me miraba en silencio desde su sofá con cara pícara, y yo le mostraba que había cogido sólo un trocito y le enseñaba, especialmente, la naranja confitada, que le pirraba, para que supiera que se la había dejado dentro de la caja (aunque la mayoría de las veces me decía “anda tráemela, que se va a quedar ahí tiesa”. Cómo añoro esos días…
Por primera vez, este año ya desde el verano, me estuve planteando hacer un Roscón de Reyes para no tener que comprarlo y, sobre todo, para probarme a mí misma. Por supuesto, he tirado de mi receta de naranjas confitadas (podéis verla pinchando aquí) para usarlas como decoración. Os puedo asegurar que es de los mejores roscones que he comido, y no es porque lo haya hecho yo, es que esta vez he tenido varios conejillos de indias y han alucinado. El sabor es extraordinario y la masa es súper suave.
El Roscón de Reyes se puede rellenar de lo que más os guste: crema pastelera, mousse de chocolate, dulce de leche, crema de fresas, mermelada, etc. Pero a nosotros nos fascina con nata montada. Este Roscón de Reyes es un auténtico espectáculo.
Después de hacer el primer Roscón de Reyes, me di cuenta de que era demasiado grande. Las personas normales se comen un pedacito, pero en mi casa somos “tragones”, así que intenté hacer un Roscón de Reyes pequeño, pero me salieron dos pequeñitos con casi la mitad de ingredientes. Así que os pondré las dos cantidades y tamaños y vosotros elegiréis cuál os viene mejor por tamaño pues la elaboración es exactamente la misma.
Al no llevar ningún tipo de conservantes, y dada la similitud con un brioche, este Roscón de Reyes os puede durar (si no os lo habéis comido antes) un par de días o tres siempre que lo conservéis debidamente tapado dentro de una bolsa de plástico limpia. También podéis cortarlo en trozos y congelarlo, y cuando vayáis a consumirlo sacarlo un rato antes para que se descongele a temperatura ambiente, y estará igual que recién horneado.
Por último, advertiros de que la masa es muy húmeda y un tanto trabajosa para amasar con las manos, pero, aunque se puede hacer a mano igualmente, os llevará bastante más tiempo. Por ello, os recomiendo un robot de cocina o una amasadora.